Carlos Aragón, hijo de padres españoles, nació en Ayacucho, en el año 1915. A temprana edad, su familia se radicó en La Plata. Sin antecedentes artísticos en su familia, dibujaba desde niño y en el año 1930 ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes, donde se graduó muy joven como profesor de Dibujo y Pintura, completando sus estudios en los talleres de Escultura y Mosaico. En dicha escuela - actual Facultad de Bellas Artes - ejerció la docencia durante cuarenta años, desempeñándose como director entre los años 1959-1962 y fue el fundador de las cátedras Morfología Plástica y Composición, en primera instancia para el Bachillerato de Bellas Artes y posteriormente para los planes de las carreras de Artes Plásticas en sus diversas orientaciones en la actual Facultad de Bellas Artes. Estas asignaturas, no tradicionales en el ámbito de la enseñanza artística, generaron un espacio fructífero para el estudio de la naturaleza y los sistemas de representación.
Carlos Aragón fue parte de una generación de artistas - docentes que compartieron muchas horas de trabajo y proyectos de crecimiento para la enseñanza artística en la ciudad de La Plata. Dichos proyectos se difundieron con éxito en la provincia de Buenos Aires. Así, a lo largo de su trayectoria profesional, participó en la fundación de la Escuela Superior de Artes Visuales de Chivilcoy donde fue director; ejerció la docencia en la Escuela de Artes “Martín Malharro” de la ciudad de Mar del Plata y la vicedirección de la Escuela de Artes de Magdalena. Su labor como artista se alternó entre la pintura de caballete, el mural, el mosaico y la escultura. El mural y la restauración fueron las actividades que relacionaron la imagen propia del artista con el medio institucional de la ciudad de La Plata.
La labor realizada durante cuatro décadas en la docencia - tanto en su especialidad como los cursos impartidos en historia del arte - y toda su vida en la plástica exceden esta reseña, ya que fue un artista reconocido en ámbitos variados y requerido en tareas tales como la restauración del edificio de la Presidencia de la Universidad Nacional, el Palacio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata. Entre sus trabajos como muralista se encuentran los realizados para el Colegio de Abogados, en el hall central del Ministerio de Obras Públicas, ambos en la ciudad de La Plata, y la restauración de dos murales en el hall central del edificio de F.F.C.C., trabajo obtenido por un concurso de carácter nacional.
Por su actividad como muralista y restaurador fue Asesor Plástico de la Dirección de Enseñanza Artística del Ministerio de Educación y de la Dirección de Arquitectura de la provincia de Buenos Aires.
Por otra parte, su incansable actividad plástica fue una constante en su vida, dedicando a la pintura incontables horas del día en su búsqueda de la plasmación de la luz y los ritmos, que acorde con sus ideas sobre el hombre y el universo se manifiestan a través de variadas imágenes y motivos. Esta búsqueda se halla sustentada en una sólida formación plástica, “apta para la traducción de las experiencias y percepciones, que como artista, poseía de su entorno tanto material como ideal. Por ello es preciso destacar en esa búsqueda laboriosa la necesidad de reunir en la representación de la naturaleza toda su concepción sobre el hombre. Esta motivación fue una exploración permanente en Carlos Aragón que puede visualizarse en muchos momentos de su actividad pictórica, aunque es, en la última etapa, cuando logra la síntesis entre figuración y abstracción, de una manera más fluida que incluye la interioridad del ser humano inmerso en el universo y emplazado en un ritmo, que trasciende lo puramente físico, atendiendo el principio de vibración y correlación entre lo terrenal y lo etéreo.
En los ultimos 15 años de su vida se dedico con plenitud a pintar y a disfrutar de un espacio en el cual su exprecion se vio beneficiada, tanto por la naturaleza como por su entorno familiar. Carlos Aragón recorrió variadas posturas en la representación pictórica, pero sin duda alguna, se lo reconoce por su etapa donde la figuración es velada y lo gestual-lumínico determinan los ritmos y recorridos sobre el plano pictórico.
Las posibilidades materiales para realizar este catálogo y el acceso a las fuentes de información se ha facilitado por el acceso a material inédito escritos e imagenes del artista, conservado por su familia. Entre los bocetos de los murales - realizados en el Colegio de Abogados, en el Ministerio de Obras Públicas y en la capilla de la Misericordia, de la ciudad de La Plata - los temas remiten desde diferentes evocaciones a la historia, a las ciencias naturales, siempre englobadas en la aventura humana. Entre sus numerosos escritos - que abarcan tanto la actividad docente como reflexiones sobre el quehacer artístico - relacionados con los bocetos se hallan sus ideas sobre la actividad propia y sus ideas a desarrollar en los murales: “Micro y macro cosmos vertidos intuitivamente como reminiscencia que instaura lo dado en la memoría o el augurio, pueden explicar los murales en los que existe una dosis de subjetividad expresionista que tiende a absorber en un solo haz la participación del hombre en la existencia y en el arte”.
Su punto de partida fue la figuración plena, en temas relacionados a la historia y a la religión: la obra “El brindis” (1937) tema de su tesis e inspirado en Alejandro Korn, una de las figuras más importantes en el campo de la filosofía argentina y el “Cristodela Gruta, yacente” (1939). En esa misma época realizó varios autorretratos y un retrato de su esposa “Retrato del mantón” (1941), de tendencia realista y corte psicológico, donde utilizó una paleta acotada. En estas obras muestra ya su predilección por el gran formato. Similar al tratamiento lumínico y compositivo en el autorretrato del artista fechado en el mismo año, donde la luz y la expresión son los componentes de mayor significación.
Posteriormente se encuentra una preferencia a la geometrización de los objetos, que podria enmarcarse en una disposición inicial hacia la abstracción, con cierta tendencia cubista por el trabajo en planos que determinan la constitución de los objetos. En la etapa previa, hacia el año 1950, comenzó a utilizar una luz dirigida mediante haces lumínicos concisos que anticipan la fase de pinturas con una influencia cubista. A esta etapa corresponden las obras enmarcadas en el género retrato “Homenaje a Einstein” y la aparente naturaleza muerta “Pan y vino” fechadas entre los años 1955/1956. A primera vista la naturaleza muerta puede enmarcarse en el subgénero vanitas por la presencia de una calavera, aunque esta obra encierra otratemática alegórica relacionada con la celebración de la misa, donde se evoca el sacrificio de Jesús a través del pan y el vino, dado que en un segundo plano se halla un retrato, casi monocromático, mientras que en primer plano el pan y la copa - geometrizados - se hallan acompañados de un corona de espinas, por lo cual es probable que el título y la primera lectura reservan una sorpresa al espectador, de este modo la temática se descubre en una lectura más pausada. En este período las obras fueron realizadas con una paleta amplia con transparencias y los rayos de luz pueden vincularse con ciertas Obras de Pettoruti por las dinámicas superposiciones formales y la fuerte base geométrica.
En una tercera etapa de la producción pictórica ya se halla una franca tendencia hacia la abstracción, donde puede observarse con una influencia delauyniana por los planos de color, esta tendencia hace más evidente la obra Tensiones realizada en el año 1958, la cual presenta ciertas similitudes temalicas y compositivas con Génesis, otra pintura del mismo ano y que pueden leerse como un par opuesto por la paleta de colores y el formato, pero complementaria en cuanto a la concepción formal y el nivel de abstracción.
En un reportaje realizado en el año 1962 para el diario El Día, Carlos Aragón explica el camino que ha recorrido su obra en relación a las diferentes tendencias adoptadas con las siguientes ideas: “Mi trayectoria individual para un observador superficial es aparentemente contradictoria. Comencé en el 38 con un realismo auténtico y en el 52 viré a una disciplina de tipo formativo, muy severa con fundamentos de orden matemático. Es más, mí tarea pictórica ha sido constantemente el enfrentamiento de dos actitudes: una de orden intelectual formativa, la otra de orden sensible. Estas dos instancias aspiro a equilibrarlas espiritualmente. En cuanto al movimiento plástico en general, considero que el momento por el que está atravesando, a pesar de carecer de representaciones objetivas, tiene un contenido humano mayor frente a la actualidad. Y lo considero así porque estimo que el hombre en estos momentos, está en una búsqueda esencial por sobre toda otra posibilidad objetiva. Sintetizando y a riesgo de quedar mal digo que no creo en la pintura figurativa ni en la abstracta: creo en el pintor.”
Cuando se observan las obras pictóricas realizadas en diversos momentos y a lo largo de toda la trayectoria de Carlos Aragón, el espectador se encuentra con ideas que se manifiestan en formas sensibles, ideas relacionadas con la deducción geométrica, con la interpretación de la realidad desde el desarrollo de las estructuras subyacentes de las formas. El idealismo de Carlos Aragón, intrínseco y sostenido por las lecturas de Alejandro Korn y Vasili Kandinsky, en los años de juventud, está presente aún en las obras más figurativas como los retratos, donde desde los recursos compositivos y matéricos se instala una mirada reflexiva desde el motivo y la representación.
Las fuentes de su obra se encuentran en las estructuras geométricas abstractas, la luz y las posibilidades de la energía materializada y en el estudio de la naturaleza en sus formas orgánicas, así desde este interés surgió su colección de caracoles y en otro orden de acciones, cuando era estudiante, su colaboración en la cátedra de Anatomía en la Facultad de Medicina, UNLP. A partir de este estudio de la naturaleza tanto en sus formas como en sus estructuras, surgieron las nociones que dieron origen a las cátedras Mortología y Composición. La necesidad de integración entre forma y estructura, unidad y multiplicidad - que llevó a la práctica desde la docencia - se manifiesta en una serie de obras que abandonan la figuración plena para insertar ritmo, color y síntesis sin perder el sentido y significación a partir de motivos exactamente seleccionados.
Para proseguir con las distintas etapas de sus obras se puede realizar una primera afirmación sobre el inicio de la etapa abstracta en el año 1960 cuando realiza Noche en samay Huasi donde la materia pictórica es visible a través de azules intensos mientras que el dripping genera ritmos de color blanco y celeste los cuales determinan un dinamismo en el azul del fondo. La obra lleva al espectador a la percepción de mirar un cielo nocturno, azul intenso y límpido en el cual se descubre la vía láctea. Estas características plásticas se exponen en la serie sobre: “Los soles”, “Los cuatro elementos”, “Las Metamorfosis” y “Las cosmovisiones”. El trabajo intenso sobre el lienzo con el óleo, el acrílico y el esmalte sintético; a veces sobre fondos de oro, plata o placas de aluminio y superpuesto con intensidad sigue ritmos de crecimiento y desarrollo de las formas. Esta técnica permite que apenas se vislumbre la estructura inicial, actualizadas desde la percepción, para sostener con fuerza la composición. Esta modalidad de construcción de la imagen invita al espectador a reconstruir a través del tiempo, la idea-forma original. Son estas series las que expresan las ideas de movimiento y estructura subyacente, donde la estructura se desenvuelve hasta lograr la forma completa y a su vez mostrar los diferentes pasos de materialización. “Este período de abstracción se relaciona con la exploración del hombre en el espacio exterior y la ruptura con la figuración es el resultado de una búsqueda para plasmar la energía cósmica. De modo que el color fue el vehículo para expresar la energía vigente en el universo” (testimonio de la entrevista realizada a Claudia Aragón, ceramista e hija del artista)
- texto extraido de la reseña de la muestra homenaje a Carlos Aragón en el Museo Provincial de Bellas Artes de la Prob. de Buenos Aires La Plata Autoria de Lic. Cristina Fukelman.